lunes, 10 de mayo de 2010

Lasitud


Hay veces en que el cansancio lo ocupa todo. Desde el primer aliento conciente de la mañana hasta el último pestañeo antes del sueño de la noche. Y ese agotamiento que a veces parece eterno, impregna las palabras y, peor aún, se introduce en la mirada y construye así una especie de oscuridad intelectual que acusa su desvarío en el momento mismo en que crea una realidad tangible y errónea.

Y se suceden las imágenes y los discursos y las teorías y las idénticas verdades de siempre con la misma letanía con la que se articulan minuciosamente aquellos artilugios que condicionan y obligan a aceptar aquello que podría ser fácilmente refutable.

Y entonces descubro que el cansancio no es interior, sino que es efecto de un afuera tóxico y remanido; producto de un nada inocente sentido de lo que se espera. Minuciosa articulación pensada con el propósito de desmontar cualquier resquicio para cuestionarla.

Aunque el cansancio, no es otra cosa que la manifestación silenciosa de una interpelación en germen.

1 comentario:

Angeles dijo...

CANSANCIO

Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio
remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio






Oliverio Girondo

También del cansancio se puede descansar,
a veces, solo es necesario cansarse de estar cansado.

Un beso (Cansado o descansado, ¿Qué más da? Solo es un beso)