jueves, 18 de octubre de 2007

El consumo y la aceptación de masas. Texto del artículo por Ale K.


En épocas donde pareciera que el activismo es lo único que puede salvar y hacer escuchar a la sociedad gay, cada día estamos más segmentados y observados por los que manejan el marketing. Así las cosas, vivimos cada vez más alejados del Mesías que llegará para llevarnos a la gloria y a la reivindicación del orgullo, foto mediante y con marcha incluida. Es que el consumismo ha desempeñado un papel central en la aceptación de la homosexualidad. Pero también ha tenido consecuencias muy desafortunadas. Una de ellas es la trivialización de lo que fue durante mucho tiempo un movimiento contestatario, con una larga historia de lucha y sacrificio. Como en el caso del feminismo, muchos jóvenes de hoy han olvidado o no han sabido siquiera que la aceptación actual de la homosexualidad fue precedida por siglos de persecución y sufrimiento, que no pueden borrarse al asistir a la marcha con los colores del arco iris.

Además, el consumismo gay ha generado una imagen distorsionada de los homosexuales, al representarnos como gente privilegiada, blanca que huele bien, glamorosa y casi siempre masculina. Los homosexuales pasivos, los de bajos recursos, de color, las lesbianas y los bisexuales, por lo general han quedado fuera de esta visión idealizada. El mundo de Gancia, las cadenas de hoteles, el restorán caro de plato grande con porción de comida diminuta y gusto gourmet, las tarjetas de crédito y la Internet con banda ancha, no son para ellos.

El año pasado se anunció con bombos y platillos la llegada de un buque insignia completamente gay, la publicidad estaba ilustrada con jóvenes apolíneos desparramados por las cubiertas del barco. Sin embargo la gente que asistió a la fiesta de despedida contaba que todos los pasajeros eran en su mayoría gente mayor a la media es decir de 45 años para arriba (extranjeros en su mayoría que podían pagar los u$s 8.000 que costaban las cabinas, all inclusive) y los únicos tiernos eran todos los gatos jóvenes que danzaban por unos euros y graciosos se vendían a una noche de amor en Buenos Aires, esperando secretamente la invitación para tomarse el buque con todos los gastos pagos. El consumismo gay ha impuesto así un modelo del “buen” homosexual: joven, guapo, rico, sensible y sofisticado. Incluso, en las sociedades regidas por el consumismo como los Estados Unidos, ha creado una figura aberrante: la del homosexual hetero - sexualizado, conformista irreflexivo cuya única aspiración es adoptar el estilo de vida mayoritario.
En definitiva una mala copia de lo que es un heterosexual.

Hoy por hoy la especialización que día a día exigen los gays para tratar sus asuntos, no pasa solamente por el fantasma de la homofobia que pesa sobre el ambiente gay. Simplemente se ha dado. Es la libre oferta y la proliferación de servicios. El grupo que mas consume en el rubro desayunos a domicilio es el gay, no por nada en particular, como dice un amigo mío es simplemente una putada. Algo que nace en el núcleo gay se va haciendo “normal” aún en el grupo hetero que adopta esta costumbre de mandar desayunos a domicilio. No se trata ya, por tanto, de una guetización de la población gay sino de una segmentación del mercado, que busca crear nuevos nichos de consumo basados en una identidad minoritaria.
Abriendo de esta forma lo que se denomina “mercado gay hetero friendly”.
Lo mismo podría decirse de una inmensa gama de clubes, equipos deportivos, estaciones de radio y televisión. Todo ello puede parecer superfluo —e incluso frívolo— pero esta segmentación ha demostrado ser, hasta ahora, la única manera de preservar una identidad y cultura diferentes de las dominantes.

En países como Argentina y toda la seguidilla latinoamericana, cosas tan sencillas como la herencia siguen siendo problemáticas: aun cuando un homosexual haya formalizado un testamento a favor de su pareja, su familia puede impugnarlo y ganar un eventual juicio; la familia de un homosexual enfermo puede impedir a su pareja visitarlo en el hospital; salvo que este viva en Capital Federal unido civilmente, las madres lesbianas pueden perder a sus hijos; los homosexuales pueden perder su empleo, posibilidades de promoción, o incluso su vivienda. Esto sin hablar de la discriminación sistemática que padecen las personas seropositivas, que también requieren de una asesoría legal especializada. Todo esto ha dado nacimiento a la rama rosa del derecho, tal como se la llama en medios tribunalicios, o sea profesionales del derecho que se especializan en HIV, en problemas de heredad gay, tenencia de hijos y otras yerbas, todo este andamiaje debe nacer ante un sistema perverso que no nos deja avanzar por carecer del aggiornamiento que se debería dar con el devenir cotidiano. HOY EN DIA PARA SOBREVIVIR AL SISTEMA PERVERSO EN EL QUE ESTAMOS INMERSOS SE DEBE SER MAR PERVERSO QUE EL.

Lo mismo podría decirse de los servicios médicos. Es un hecho cada vez más estudiado que las lesbianas y homosexuales presentamos problemas de salud específicos. Los hombres gay en muchos casos tenemos un riesgo mayor de enfermedades de transmisión sexual relacionadas con prácticas sexuales especificas; las lesbianas que no han tenido hijos presentan un riesgo mayor de cáncer de mama. Asimismo, los gays requeriremos, con los años y cada vez más, de servicios sociales para la tercera edad: por algo muy sencillo, muchos gays no tienen hijos, y necesitarán de apoyos especiales al carecer de parientes para ocuparse de ellas en su vejez.

Al final de cuentas, debemos preguntarnos: ¿La publicidad nos muestra como somos o solo busca rentabilidad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquí se expone una realidad que quienes deben verla miran para otro lado. Una vez más opino sobre minorías excluídas o apartadas de la generalidad del sistema. Gays, lesbianas, ancianos, niños desnutridos y seguramente puedo mencionar mucho má. Los medios publicitan. Se hacen campañas y la tierrita sólo se mueve de lugar.
Lamentablemente no soy quien para dar una opinión que confirme o no si la publicidad busca sólo rentabilidad.
Mi entir, me dice que hacia allí está enfocada. Si reditúa, se hace, y si no es rentable no se hace. La esperanza es que al menos, nos solidaricemos los unos con los otros como podamos, con las herramientas que dfispongamos y por sobre todas las cosas no juzgando y dando amor.