Mientras les escribo, me he detenido a palpar una rústica talla que me regalaron los tobas y que me trajo, como un rayo a mi memoria, una exposición "virtual" que me mostraron ayer en una computadora. Debo reconocer que me pareció cosa de Mandinga, porque a medida que nos relacionamos de manera abstracta más nos alejamos del corazón de las cosas y una indiferencia metafísica se adueña de nosotros, mientras toman poder entidades sin sangre ni nombres propios. Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo redea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida.
1 comentario:
Un amigo argentino me descubrió a Ernesto Sábato, nunca se lo agradeceré lo suficiente.
Hoy al volver a casa después de pasar el fin de semana fuera, sin periódicos, televisión, radio ni internet, me encontré con la noticia de su fallecimiento.
Juan Pablo Castel y María Iribarne se han quedado huérfanos, aunque yo creo que el Sr. Sábato ya los pario huérfanos, yo lo creo así, por eso enseguida los adopte.
(...)
Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo. "
(El túnel)
Un beso
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