Hay veces en que todas las fuerzas del universo parecen conjugarse misteriosamente para enlazar los acontecimientos de un modo tan ajustado y preciso, que cuesta creer en las casualidades.
Si él no hubiera venido en noviembre desde Lima a estudiar y vuelto a partir en febrero para solucionar unos pendientes importantes y vuelto a regresar en marzo, y si aquella extraviada relación no hubiera producido en él en marzo esa particular claustrofobia que generan las inseguridades de los otros derramadas sobre nosotros, y si ella no hubiera nacido en esta ciudad y decidido vivirla plenamente a pesar de la seducción de otros paraísos y no hubiera salido aquella noche de julio luego del plantón habitual de su amiga más cercana, y si él no hubiera sacrificado horas de descanso luego de los exámenes de fin de cuatrimestre, no se hubieran cruzado en la línea recta de sus miradas en el momento preciso en que ella atravesó el bar oscuro y bullicioso mientras él aguardaba acodado en la barra, porque entonces jamás hubieran podido amarse como lo hicieron esos días.
Y si él no hubiera tenido que realizar el viaje ya programado a los Estados Unidos a visitar a sus primos esos veinte días de julio y ella hubiera tenido seguridad en su regreso limpio y transparente, y él hubiera confiado en la espera paciente de ella aquí en medio de sus actividades cotidianas, tal vez, solo tal vez, estarían amándose todavía al abrigo de las promesas realizadas, como lo hicieron aquellos días promisorios.
Si él no hubiera venido en noviembre desde Lima a estudiar y vuelto a partir en febrero para solucionar unos pendientes importantes y vuelto a regresar en marzo, y si aquella extraviada relación no hubiera producido en él en marzo esa particular claustrofobia que generan las inseguridades de los otros derramadas sobre nosotros, y si ella no hubiera nacido en esta ciudad y decidido vivirla plenamente a pesar de la seducción de otros paraísos y no hubiera salido aquella noche de julio luego del plantón habitual de su amiga más cercana, y si él no hubiera sacrificado horas de descanso luego de los exámenes de fin de cuatrimestre, no se hubieran cruzado en la línea recta de sus miradas en el momento preciso en que ella atravesó el bar oscuro y bullicioso mientras él aguardaba acodado en la barra, porque entonces jamás hubieran podido amarse como lo hicieron esos días.
Y si él no hubiera tenido que realizar el viaje ya programado a los Estados Unidos a visitar a sus primos esos veinte días de julio y ella hubiera tenido seguridad en su regreso limpio y transparente, y él hubiera confiado en la espera paciente de ella aquí en medio de sus actividades cotidianas, tal vez, solo tal vez, estarían amándose todavía al abrigo de las promesas realizadas, como lo hicieron aquellos días promisorios.
7 comentarios:
Demasiados "Y si...". Demasiados condicionamientos.
Pero qué seductor es dejarse llevar por esas fuerzas del universo.
Abandonarse, irresponsablemente, al poder del destino.
¿Qué me deparará esta tarde? Y si cambio los planes? Cambio mis recorridos habituales??
Muy buen post. Besotes.
Interesante de observar, Wonder, que esos "Y si..." son condicionamientos a posteriori. En el momento, ellos eligieron una cosa u otra. Luego, escrita la historia, se nos presentan los hechos como condicionados, tejidos. ¿Serán las trampas del lenguaje?
Y si, Wonder, cambie de rumbos. Nunca se sabe que puede suceder a la vuelta de la esquina.
Besos.
Y bueno, ya se sabe....Lo que mata toda relaciòn es aquello que no podemos manejar....
y si yo no hubiera o hubiese transitado tal o cual camino, quizás, hoy no estuviera aquí.
un beso
Andy: estoy de acuerdo con vos, que lo que mata toda relación es aquello que no podemos "manejar", y al mismo tiempo esta palabrita encomillada, no me gusta, la asocio con "manipular", será que en toda relación ambas partes deben saber jugar con la manipulación, sin que la misma se note, para llegar a una felicidad esperada y compartida?????
me quedo pensando.
un abrazo
¿Será eso Andypecas?
Fijate Susuru: Qué sería de estos intercambios si no se hubieran dado tantos hechos concatenados. Quién hubiera previsto que estaríamos compartiendo hoy cuando decidimos iniciar aquellos malogrados encuentros semanales. Por lo menos misterioso en cuanto uno se pone a pensar.
Respecto de lo de aquello que uno no puede manejar; la verdad, me quedo pensando...
Un beso.
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