“La discreta resignación de muchos discursos analíticos se asemeja más a la tolerancia senil de la decadencia que a la madurez crítica [...]. Si la asunción de una herencia implica trabajar para ganársela, no es tarea menor separar de ella lo inservible, lo que hace obstáculo a su despliegue pleno, sabiendo que quienes nos hicieron el legado intentaron darnos lo mejor, pero no pudieron dejar de concebir lo mejor en términos de la época que les tocó vivir y de la historia que los marcó. En la necesaria combinación entre la filiación –que siempre se establece sobre la base del amor- y la capacidad crítica –que no implica destrucción sino desconstrucción- reside el futuro de toda herencia”.
Homenaje de Luis Hornstein:
En su vida, en su práctica, en sus libros, Silvia Bleichmar llevó a cabo un “trabajo de filiación” (la noción es de Laplanche, uno de sus maestros), es decir, la elaboración psíquica que permite el desasimiento del progenitor –padres pero también autores y maestros- prosiguiendo su obra.
Silvia fue (sigue siendo) una psicoanalista de frontera, una psicoanalista con tierra y con alas, no expurgada por ninguna parroquia, allí donde los adeptos no se interesan por otros adeptos ni por las investigaciones de otras escuelas. Allí donde no hay verdadero debate. Un “adepto” se adhiere a una doctrina y establece una relación privilegiada con su grupo separándose de su mundo habitual. Enajena su singularidad en una identidad grupal: un microcosmos que posee un lenguaje, ritos y jerga. Ese psicoanálisis introvertido actúa como si no tuviera nada importante que aprender, como si estudiar fuera repasar, como si el psiquismo humano no cambiara. Así, en vez de debates hay peleas. Peleas sobre quiénes son los verdaderos administradores de lo ya dicho (Freud, Lacan, Klein).
Pero la clínica nunca es pasiva. Y la clínica actual nos interpela. Sacude nuestra modorra y nos exige “honrar la vida”(título de la canción de Eladia Blázquez). La de Silvia fue lucha, búsquedas y descubrimientos. Muchos debates atravesaron su obra y la nutrieron: relación realidad-fantasía; teoría del sujeto; repetición o neogénesis; tiempos reales o míticos; series complementarias (historia lineal o recursiva); relación verdad material-verdad histórico vivencial-realidad psíquica; constitución del inconsciente. Aquí no puedo más que mencionarlos, lo que puede resultar frío, si se olvida que las nociones son creaciones, criaturas, el fruto de un parto. E implican una cuota de dolor.
www.silviableichmar.com
Homenaje de Luis Hornstein:
En su vida, en su práctica, en sus libros, Silvia Bleichmar llevó a cabo un “trabajo de filiación” (la noción es de Laplanche, uno de sus maestros), es decir, la elaboración psíquica que permite el desasimiento del progenitor –padres pero también autores y maestros- prosiguiendo su obra.
Silvia fue (sigue siendo) una psicoanalista de frontera, una psicoanalista con tierra y con alas, no expurgada por ninguna parroquia, allí donde los adeptos no se interesan por otros adeptos ni por las investigaciones de otras escuelas. Allí donde no hay verdadero debate. Un “adepto” se adhiere a una doctrina y establece una relación privilegiada con su grupo separándose de su mundo habitual. Enajena su singularidad en una identidad grupal: un microcosmos que posee un lenguaje, ritos y jerga. Ese psicoanálisis introvertido actúa como si no tuviera nada importante que aprender, como si estudiar fuera repasar, como si el psiquismo humano no cambiara. Así, en vez de debates hay peleas. Peleas sobre quiénes son los verdaderos administradores de lo ya dicho (Freud, Lacan, Klein).
Pero la clínica nunca es pasiva. Y la clínica actual nos interpela. Sacude nuestra modorra y nos exige “honrar la vida”(título de la canción de Eladia Blázquez). La de Silvia fue lucha, búsquedas y descubrimientos. Muchos debates atravesaron su obra y la nutrieron: relación realidad-fantasía; teoría del sujeto; repetición o neogénesis; tiempos reales o míticos; series complementarias (historia lineal o recursiva); relación verdad material-verdad histórico vivencial-realidad psíquica; constitución del inconsciente. Aquí no puedo más que mencionarlos, lo que puede resultar frío, si se olvida que las nociones son creaciones, criaturas, el fruto de un parto. E implican una cuota de dolor.
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